Queríamos construir un espacio, un lugar habitable tanto por personas como por la voz de cada una de ellas. Y, sin esperarlo, ha sido ese espacio el que nos ha construido a cada uno, a cada una, y ha dado a nuestras palabras individuales la forma de una razón colectiva, compartida, una razón que crece polifónicamente con cada una de las voces que se suman al diálogo: queremos construir un espacio de diálogo.

   Porque ese diálogo es el que nos hace tal como somos: es la forma de ese diálogo la que nos puede convertir en una compañía amigable o en combatientes sin piedad; es la intensidad de ese diálogo la que nos devuelve a la escucha y la comprensión o nos sumerge en un debate sordo y desencontrado; son las ideas expresadas en ese diálogo las que nos hacen razonables o nos aíslan en nuestro silencio ausente. Pero nuestro espacio de diálogo no es un espacio cualquiera: nos quiere desde el amor, y nos llama, unidas y unidos, a cuidarnos con la mirada, a crearnos con las palabras, a crecer juntos y juntas desde la diversidad de nuestras voces.

   Así, nuestro espacio es un lugar de percepción, donde cada sentido nos enseña el sentido de nuestro comprender; es una comunidad que nos convierte en detectives que investigan su realidad; un lugar donde cada realidad puede ser nombrada, llamada, traída al mundo desde nuestro pensamiento; donde cada mundo puede ser razonado, imaginado, construido, deseado; y nuestro pensamiento, nuestra imaginación, es traducida a todos los lenguajes posibles, verbales y no verbales, corporales y emocionales, visuales e invisibles.

  Este espacio de diálogo que nos invita tiene dos virtudes: el poder de crear nuevas realidades, colectivas y compartidas, y el poder de acogernos en toda nuestra hermosa diversidad, aceptando a cada cual desde su particularidad y singularidad. Sólo nos pone una condición: en el momento en que entremos en su templo de razón, debemos saber soltar nuestros miedos y prejuicios, convertir nuestras interpretaciones personales en experiencias puras, y liberar los limitados ojos de nuestro mundo para abrirlos a lo por-venir colectivo.

   Estáis todos y todas invitados. Es más: este espacio nos llama y quiere acogernos para poder llegar a ser lo que es: un espacio de innovación y de inclusión.